Comprendiendo a Dirk

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En junio de este año Nowitzki cumplirá 40 años. Desde que aterrizara en la NBA en el ya lejano 1998, Dirk ha acumulado un total de 20 temporadas (contando la vigente) en la mejor liga del mundo, y no descarta atreverse con un par más, lo que le haría retirarse a la edad de 42. Un hecho que le colocaría en la cúspide histórica en cuanto a longevidad, junto a Kareem Abdul-Jabbar (42), Robert Parish (43), Dikembe Mutombo (42) o Kevin Willis (44). Durante este largo camino, el astro alemán ha batido todo tipo de records, ha conquistado todo tipo de cimas y ha contribuido directamente a revolucionar nuestro juego. Y, sin embargo, queda la sensación de que, desde ciertos estamentos, su figura todavía no genera todo el respeto que debiera. Ya sea por prejuicios, chovinismo, ignorancia o una mezcla explosiva de las tres cosas. Una realidad que muchas veces se encargan de alimentar desde los grandes medios, con sus titulares sensacionalistas o su manía de simplificar lo insimplificable a golpe de tweet. Circunstancia que, desgraciadamente, penetra en la conciencia colectiva de las amplias masas de aficionados (sobre todo en el ‘casual fan’, como lo define la terminología norteamericana), un perfil de gente que sigue determinado deporte con interés pero siempre desde una cierta distancia, sin profundizar debidamente en cuestiones que lo exigen.

Uno de los mejores ejemplos relativos a lo que explico es el debate sobre «el mejor jugador europeo de la historia». Un debate que en realidad no debería existir como tal (al otro lado del charco ni se plantea), y que sin embargo ha logrado calar por los motivos expuestos anteriormente. Al margen de por otros que seguramente se me escapan (la nostalgia mal entendida, por ejemplo, algo que retomaremos más adelante). No debería haber discusión (al menos discusión seria) sobre quién es el mejor jugador europeo que ha habido: lo es Dirk Nowitzki y a una distancia cómoda de cualquiera. Es más, el mero hecho de plantearlo así es hacerle un flaco favor al jugador, una vez que se comprende bien lo que su figura ha significado. A Nowitzki no hay que compararle con jugadores como Pau Gasol, Tony Parker, Drazen Petrovic o Arvydas Sabonis, no. Su estatus se eleva más allá. El alemán debe aparecer en debates que le relacionen directamente con los Charles Barkley, Kevin Garnett, Tim Duncan o Karl Malone de turno, grandes astros históricos en su misma posición. En definitiva, perfiles que se sitúan en ese rango, ciertamente abstracto, donde podemos identificar a los 15-20 mejores jugadores que ha dado la NBA.

Soy consciente de que, expresado en estos términos, voy a levantar polémica (polémica que en realidad no debería ser tal). Algunos me acusarán de exagerado, otros de dogmático, otros de gurú y otros repetirán su mantra de siempre ignorando o tergiversando cualquier argumento que aquí pueda presentarse. Soy perfectamente consciente de ello. Eso sí, creo que nunca se debe perder la esperanza de al menos intentarlo, aunque solo sirva para convencer a uno, o al menos para generarle un espíritu crítico en los postulados/ideas que él considera inamovibles. Y en todo caso, ¿qué es ser dogmático? La RAE establece cuatro definiciones, pero me gustaría quedarme con las dos primeras porque son las de mayor utilidad para nuestra disertación:

1. Presunción de quienes quieren que su doctrina o sus aseveraciones sean tenidas por verdades incocusas.

2. Conjunto de las proposiciones que se tienen por principios innegables en una ciencia.

Bien, analicemos esto detenidamente. En el lenguaje coloquial, el término ‘dogmático’ lleva aparejado siempre una connotación negativa. Se relaciona con algo/alguien que no admite opiniones o visiones contrarias. Lo irónico es que la mera existencia que vivimos, el plano que consideramos como ‘realidad’, está plagado de dogmas. La inmensa mayoría de postulados científicos (y desde luego todos los matemáticos) son dogmas, y lo son porque están objetivizados al 100 %. En otras palabras, porque son verdades puras y demostrables. Nadie se atreve a opinar que la tierra es el centro del universo, que la gravedad no existe, o que 2+2 son 5. No al menos en pleno siglo XXI. Sería ridículo. Con todo derecho nos negaríamos a admitir opiniones divergentes en estas cuestiones porque subconscientemente entendemos que hay cosas incuestionables, y que una opinión no es respetable por el mero hecho de serlo. Ni muchísimo menos. En parcelas de naturaleza más subjetiva, como pueda ser la política, la historia o el deporte (ni hablar de la religión, donde absolutamente nada es demostrable), es más complicado encontrar dogmas inamovibles que puedan justificar su condición (dogmas los hay a patadas, otra cosa es que puedan demostrarse como verdaderos). Lo cual, por cierto, no significa que no existan.

En baloncesto, por ejemplo, hay cosas que se aceptan casi como dogmas porque resulta difícil argumentar contra ellos. Por ejemplo, que Magic Johnson es el mejor base que ha habido, que Stephen Curry es el mejor tirador que hemos visto, o que Michael Jordan es el número uno de la historia. Todos estos dogmas nunca van a poder ser objetivizados al 100 % como ocurre con la matemática o la ciencia, pero sí lo suficiente como para no dejar espacio para construir argumentos sólidos que puedan contradecirlos. Al menos no por ahora. Puedes opinar que Larry Hughes fue mejor jugador que Jordan, pero en todo caso será esta una opinión basada en la absoluta nada, por lo tanto no puedes exigir que sea tomada en serio. Es un ejemplo de lo más extremo, pero ayuda a facilitar la comprensión del concepto. Una opinión sin argumentos sólidos que la sostengan es pedirle a los demás que realicen un acto de fe (en este caso un acto de fe que alude a lo que se dice o al que lo dice). Y aunque es verdad que el deporte no es ciencia pura, tampoco es religión. No jodamos.

Para el caso que nos ocupa – Dirk Nowitzki como el mejor europeo de todos los tiempos – se aplica la misma lógica. Y en estas líneas espero poder demostrarlo.

Tampoco quiero dejar la oportunidad de aclarar otra cosa. Si todos aceptamos que la NBA es el escenario más competitivo que existe dentro del baloncesto (por talento, medios y físico), entonces es lógico concluir que los mejores en NBA serán los mejores en términos absolutos. El resto de escenarios, como pueda ser el baloncesto FIBA, en todo caso pueden ejercer de argumentos complementarios o que sirvan para desempatar perfiles que se mueven en planos similares, pero nunca serán argumentos equivalentes o superiores al que se construye desde la NBA. Esto es fácil de entender. Es lógico.

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Antes de entrar en materia, me gustaría aclarar el significado de una serie de términos que utilizaré a lo largo del texto. Algunos de vosotros estaréis de sobra familiarizados con ellos, pero otros no, asi que considero justo empezar al menos por ahí. La terminología a usar puede resultar, a simple vista, como complicada, farragosa o pedante en exceso, pero creedme que no es así. Una vez se comprende, y no es difícil hacerlo, resulta de lo más sencillo. La inmensa mayoría de estos términos se relacionan con la propia naturaleza del juego del baloncesto, o beben directamente de esa corriente llamada ‘estadística avanzada’. La estadística avanzada (Big Data en inglés) facilita la comprensión más profunda de lo que ocurre en un partido, basándose en una ingente cantidad de datos que, gracias a la tecnología actual, capturan y reflejan prácticamente todo lo que ocurre en una cancha de baloncesto (aunque no todo). Como es imposible recordar y relacionar simultáneamente en la cabeza lo que ocurrió en todas las posesiones de todos los partidos que jugó Nowitzki a lo largo de su carrera (nadie cuenta con esa memoria sobrehumana), debemos apoyarnos en la estadística avanzada para construir nuestros argumentos. Empecemos:

PORTABILIDAD o COMPLEMENTARIEDAD: es la capacidad que tiene un determinado jugador, basándose en sus condiciones físicas, técnicas y mentales, de ejercer impacto positivo en el mayor abanico de escenarios posibles. Se dice que un jugador es portable cuando, sin importar el contexto (equipo o situación) en que lo insertes, siempre se las arreglará para representar una suma positiva. Jerry West, Stephen Curry, Kevin Durant, Larry Bird, Kevin Garnett o el propio Dirk Nowitzki son jugadores extremadamente portables.

TEAM LIFTING (ELEVACIÓN del equipo): la capacidad que tiene un jugador de elevar y maximizar el rendimiento de plantillas en principio mediocres. Normalmente los jugadores que cuentan con una combinación ideal de dominio individual + versatilidad suelen ser los más aptos en este apartado porque son capaces de cubrir con éxito todas esas parcelas en las que flaquea el equipo. Lebron James, Russell Westbrook, Oscar Robertson, Hakeem Olajuwon y Wilt Chamberlain (aunque este es un caso sobre el que convendría detenerse) son ejemplos de ello.

ESCALABILIDAD: la capacidad de elevar el rendimiento de plantillas capaces de alcanzar por sí mismas un nivel decente. Por hacer una analogía, son aquellos jugadores capaces de hacer que un equipo con potencial para conseguir 45-50 victorias alcance las 60+ victorias y se postule como candidato real al anillo. Algunos opinan que la escalabilidad es más complicada de conseguir que la elevación, basándose en que es más fácil pasar de un suspenso a un notable que de un notable a una matrícula de honor. En cualquier caso, queda eso para otro debate. Michael Jordan, Kobe Bryant, Magic Johnson o Shaquille O’Neal sirven de ejemplos paradigmáticos.

Estos tres términos no deben ir completamente separados y ser considerados como absolutos. Sería un error garrafal. La inmensa mayoría de las leyendas que ha dado el baloncesto logran hacer convivir simultáneamente los tres conceptos. La clave está en saber discernir con qué facilidad/dificultad aplican uno u otro (hay jugadores, los más especiales, que son capaces de brillar en los tres aspectos). Por ejemplo, es fácil imaginar a Curry siendo más portable que James porque no necesita el balón para ser efectivo, pero esto no significa que Curry sea mejor que Lebron o que Lebron esté acotado a un escenario concreto. Eso sí, parece claro que para maximizar el talento de Lebron es necesario construir un sistema que se adapte perfectamente a él (darle mucho balón, rodearle de tiradores, buenos reboteadores interiores, etc). En otras palabras, basar buena parte de su mecanismo en él. Pero si la eficacia del sistema logra justificarse por su éxito, entonces no tiene nada de negativo (al contrario). Lo único que ocurre es que Lebron, por sus condiciones, demanda unas exigencias que otros perfiles no necesitan con tanta urgencia (por ejemplo, los Heat tuvieron que reconvertir a Wade en un jugador de más y mejores movimientos sin balón para lograr acoplar a James, pero el alcanzar cuatro finales y ganar dos anillos justificó sobradamente aquella decisión). Y no es que Lebron lo pida por capricho, si no que su perfil técnico/físico conduce a ello. Lo cual nos lleva a un cuarto término:

GRAVEDAD: no es fácil definirlo, pero vamos a intentarlo. Sería la capacidad que tiene un jugador de atraer un grado más o menos alto de atención en la defensa rival, y cómo esta atención generada afecta el rendimiento de sus compañeros o los propios sistemas defensivos del contrincante. Hace tiempo leí una analogía en un artículo que me gustó mucho: todos los jugadores tienen gravedad y por tanto pueden ser relacionados con astros del universo. Los jugadores de calibre all-star son como planetas, sus compañeros son como sus satélites, y existen ciertos perfiles especiales que se podrían identificar con el sol por la inmensa cantidad de gravedad que generan. Dirk Nowitzki es como el sol. Más adelante explicaremos el porqué.

USG %: el porcentaje de uso que se le da un determinado jugador, ya sea vía consumo directo de balón, lanzamientos, etc.

TS %: una manera más precisa de concretar la eficiencia anotadora de un jugador. A diferencia del clásico FG % (porcentaje de tiro de campo), que ha quedado realmente anticuado por su inutilidad práctica, el TS % incorpora en la fórmula tanto los tiros triples como los tiros libres. El tiro triple (por la lejanía) es el más complicado de anotar pero también el que ofrece mayores recompensas, por lo tanto sería injusto penalizar a aquellos jugadores cuyo volumen anotador depende en buena medida del triple (eso es lo que hace el FG % básico). Además, ser capaz de anotar los tiros libres también resulta absolutamente fundamental a la hora de valorar la eficacia de un jugador (cosa que también ignora el FG %). Solo en el caso de que aparezca un jugador tan insultantemente dominante y eficiente en el tiro de dos puntos puede aplicarse una excepción a la regla (Shaquille O’Neal). Y hasta eso puede ser sensible de debate. En anotadores de mucho volumen de tiros, lo ideal es alcanzar un 55+ % en TS (a partir de ahí se puede considerar que un anotador tiene una relación buena entre volumen y eficiencia).

BPM (Box Plus/Minus): la diferencia en puntos anotados y encajados que cosecha el equipo con un determinado jugador en pista. Si la muestra es lo suficientemente grande (muchos partidos y temporadas) puede ser un arma bastante útil a la hora de valorar el impacto real de un jugador, y más si se dibuja un patrón fijo. El BPM no es perfecto porque evita considerar aspectos importantes como la construcción del roster, la cantidad de tiempo que se pasa en pista con un determinado quinteto, la fortaleza del rival, etc; pero aún con todo debe ser reseñado. Para corregir las incongruencias del BPM apareció posteriormente el APM (Adjusted Plus Minus), que precisamente ajusta la precisión del BPM básico considerando los factores mencionados anteriormente. Existe una fórmula incluso más complicada, el RAPM (Regularized Adjusted Plus Minus), que introduce nuevas variantes en el algoritmo para pulir aún más su precisión. Una buena utilización y contextualización de estas tres estadísticas nos puede dar una idea muy fidedigna de lo que significa un jugador para su equipo, o de cómo está siendo su impacto real en la cancha. Nowitzki cuenta con algunos de los mejores BPM, APM y RAPM en liga regular de la era moderna (homologables a Duncan y muy cerca de tipos como Garnett o Lebron), y algunas de sus postemporadas puntúan históricamente altas en este aspecto (2011).

PER (Player Efficiency Rating): creada por John Hollinger, es una de las mejores estadísticas de cara a capturar el rendimiento individual de un jugador. La fórmula no es perfecta, puesto que favorece especialmente a los jugadores que consumen un alto porcentaje del balón, y no logra reflejar todos los intangibles defensivos; pero sí es lo suficientemente precisa como para ser tenida en cuenta. De amplio uso en el mundo anglosajón.

Con todos estos conceptos en la mano, vamos a profundizar en la carrera NBA de Dirk Nowitzki y cómo se relaciona con la de otros europeos como Pau Gasol y Tony Parker.

Para empezar, lo sensato sería acotar el análisis de su figura a un periodo de tiempo determinado, lo que habitualmente se denomina como ‘prime’ (mejores años). Es absurdo contabilizar las estadísticas meramente acumulativas de un jugador cuando se le está comparando y juzgando frente a otros, porque los contextos, roles y partidos jugados no fueron los mismos. Claro que Stockton lidera históricamente en asistencias, porque al margen de ser un magnífico pasador, estuvo casi dos décadas jugando sin apenas sufrir lesiones. ¿Quiere decir esto que fue mejor pasador que Magic Johnson, que se retiró tras poco más de una década jugando? Para nada. Al menos no es ese un argumento que pueda utilizarse para justificar semejante afirmación. Y, sin embargo, veo que se usa constantemente con una facilidad y alevosía casi cómica. De todas maneras, y ya que hablamos de estadísticas acumulativas, Dirk Nowitzki es 6º en puntos anotados (30.708) solo por detrás de Kareem, Malone, Bryant, Jordan y Chamberlain. Pau Gasol aparece en la posición 40º y Tony Parker en la 60º.

Es por eso que, cuando se compara jugadores, interesa acotar la comparativa a sus respectivos mejores años, y una vez delimitado el espacio, ir poco a poco metiéndole el bisturí a cada temporada. El prime de Nowitzki, en líneas generales, va desde 2001 a 2011 (con un pico de juego que curiosamente coincide con el último año de su prime, aunque algunas opiniones argumentan que en realidad este se produjo en 2006).

Durante todo este tiempo, el perfil individual de Nowitzki muestra diversos comportamientos en relación al contexto que le rodea, aunque siempre positivo en todos ellos (portabilidad). Por ejemplo, su primera versión, la que va de 2001 a 2004, se inserta dentro de la lógica del ‘Nellie ball’, el famoso sistema ofensivo de Nelson basado en la velocidad, el tiro y el dinamismo constante. Bajo Nelson, Nowitzki es principalmente un ejecutor. Letal en el pick&roll y pick&pop con Nash, con una tendencia muy clara a jugar de cara (como un escolta de 7 pies) y una predilección especial por el lanzamiento triple. Esta es su versión más ágil y móvil, contradiciendo el estigma de que nunca fue un jugador atlético. Durante estos años es muy habitual verle conducir el balón directamente desde su propio campo, pararse para lanzar sus famosos triples en transición, o penetrar directamente hacia el aro para acabar tanto en bandeja como en mate.

Bajo Nelson, los Mavericks promedian una media de 55 victorias/temporada, alcanzando su pico en la temporada 2002/2003, cuando se van hasta las 60 victorias, son el mejor ataque de la liga (ratio ofensivo) y caen en Finales de Conferencia ante San Antonio (con Nowitzki perdiéndose la mitad de la serie por una lesión en su rodilla izquierda). Durante este periodo, Nowitzki se asienta como uno de los diez mejores jugadores de la NBA, como demuestran las votaciones para el MVP (8º en 2002, 7º en 2003 y 10º en 2004); y sus números brutos, brillantes en liga regular pero que se incrementan incluso en Playoffs (con el mérito enorme que significa eso).

Vayamos repasando año tras año:

– En 2002 promedia la friolera de 33.3 puntos/partido (¡TS % de 68!) en primera ronda ante Minnesota Timberwolves. Recuerdo con nitidez aquella serie. Los Wolves apostaron por la estrategia de evitar los dobles equipos a Nowitzki y centrarse en anular a los demás (Nash y Finley principalmente), con un Garnett defendiendo durante largos tramos de los partidos a un perfil radicalmente diferente como Finley. Aquella táctica fracasó estrepitosamente, en parte por las condiciones exclusivas y únicas de Nowitzki (capaz tanto de recibir el balón y tirar, como de poner el balón en el suelo y crearse lanzamientos), y en parte también por los emparejamientos antinaturales que se dieron. En cualquier caso, y aunque todavía no es un Nowitzki pulido en todos los aspectos técnicos, ya se nota la gravedad que ejerce en el juego. Fuerza al rival a elegir entre una cosa u otra, y muchas veces nada funciona.

– En 2003 se va hasta los 29.9 puntos/partido en primera ronda contra Portland (¡con un TS % de 63!), pero baja hasta los 20.7 puntos/partido en semifinales de conferencia ante Kings (en parte porque su equipo no lo necesita). Eso sí, los Mavericks avanzan en la serie y el efecto gravitatorio de Dirk hace que Van Exel, Nash y Finley jueguen su mejor baloncesto con la camiseta de los Mavericks. Además, no hay que olvidar el poder reboteador de Nowitzki, donde también es una fuerza importante ahí (sobre todo en el rebote defensivo, donde muestra porcentajes de captura homologables al de jugadores como David Robinson, aunque en el ofensivo, por su estilo de juego ((tiros desde media y larga distancia sin posibilidad de capturar su propio rebote)) no destaca demasiado). En la final de conferencia ante San Antonio ya hemos dicho que juega lesionado y se pierde varios partidos.

– 2004 es el peor año de los mejores Mavericks de Nelson (si por peor puede considerarse ganar 52 partidos y acabar 5º en una de las conferencias más duras de la historia). Hay cierta reestructuración con los fichajes de Antoine Walker y Antawn Jamison que no logran ofrecer el rendimiento esperado, pero en todo caso la segunda vuelta del equipo es considerablemente mejor que la primera. En Playoffs solo Nowitzki da la cara ante los Kings en primera ronda, mientras que el rendimiento de sus compañeros se desploma por completo. Sus 26.6 puntos y 11.8 rebotes con un TS % de 56 son buena prueba de ello. Dallas, como es lógico, cae. No obstante, continua el patrón de siempre: Dirk Nowitzki eleva su producción en Playoffs (con respecto a la LR), mientras que en sus compañeros la tendencia es la contraria.

– En 2005 los Mavericks realizan una temporada fantástica en liga regular (58 victorias), y eso a pesar de que se producen una serie de cambios sustanciales: el equipo gana en músculo y defensa, pero pierde en creatividad. La esencia de este cambio se refleja en la llegada de Avery Johnson como nuevo entrenador terminando ya el curso, y la pérdida durante el verano de su playmaker principal, Steve Nash, a cambio del controvertido pívot Erik Dampier. Aunque Dallas aún mantiene algunos de los viejos reflejos de antaño, ya se empiezan a notar ciertas diferencias con respecto a cursos anteriores. En el caso de Nowitzki se traduce en que la creación ofensiva va, en un proceso gradual, dependiendo más y más de él. Ahora Nowitzki actúa más desde posiciones de aclarado y el resto de la plantilla bebe de la atención generada por el alemán (su mejor marca histórica en anotación se produce durante esta temporada, cuando le mete 53 puntos a Houston). Su efecto gravitatorio coge fuerza (aunque aún no ha alcanzado el pico de sus posibilidades) así como su ‘team lifting’ (los Mavericks siguen rondando las 60 victorias o incluso las superan algún año, partiendo, en teoría, con menos talento bruto que otros ‘contenders’).

En Playoffs logra mantener su productividad bruta en la serie de semifinales ante Phoenix, aunque con una eficiencia algo peor de lo que acostumbra (26.5 puntos y 11.8 rebotes con un TS % del 53). Los Suns son una máquina de realizar baloncesto ofensivo y en esencia les arrollan en cinco partidos. Además, la presencia de Marion sobre Nowitzki logra incomodar un poco al alemán. La táctica de colocar un exterior más bajo pero de buena envergadura y velocidad puede funcionar porque su juego al poste todavía no está del todo desarrollado (táctica que se repetirá al año siguiente con Bowen en la serie ante Spurs, y la tristemente famosa de 2007 ante GS Warriors con Stephen Jackson cubriéndole). Además, de esta forma se contienen así sus penetraciones el aro porque el exterior más bajo, pero más ágil, puede superarle en desplazamiento lateral. Aún con todo, Dirk siempre produce a un nivel excelente.

– En 2006 realiza otra temporada regular fantástica (60 victorias) y acompaña ese nivel excelso durante todos los Playoffs, a excepción de las Finales ante Miami. Los Mavericks logran eliminar a los vigentes campeones, San Antonio Spurs, en una mítica serie que se va hasta los siete partidos. Nowitzki brilla con luz propia, cosechando 27 puntos y 13.3 rebotes con un TS % del 65 (brutal) ante una de las mejores defensas de la NBA. Además, Dirk Nowitzki se muestra intratable en el ‘clutch’ (los momentos decisivos de los partidos), condición ejemplificada por ese 2+1 épico ante la defensa de Bowen que sirve para empatar el séptimo partido a poco más de 21 segundos para finalizar el periodo regular. Un encuentro que a la postre se llevarían los Mavericks en la prórroga. En la final de conferencia ante Phoenix Suns vuelve a mejorar su productividad con respecto a la LR, y de paso también mejora su productividad con respecto a la serie ante Phoenix del curso anterior: 28 puntos y 13 rebotes con un TS % del 57. En el quinto partido, y con los Mavericks necesitando una victoria para desempatar la serie, Dirk se va hasta los 50 puntos y 12 rebotes (con un TS % del 73), anotando 22 puntos en el último y decisivo cuarto. La prensa norteamericana le considera seriamente para el puesto de mejor jugador del mundo (sin duda está entre los 3-4 mejores), y hasta Gonzalo Vázquez escribe un artículo destacando sus maravillas en aquella postemporada.

Todo se va al traste, eso sí, en la final ante Miami. Dallas desperdicia una ventaja de 2-0 en la serie, y a partir del tercer partido todo el bloque empieza a combustionar debido a la magia individual de Dwyane Wade (polémicas arbitrales al margen). Nowitzki parece ser arrastrado por la confusión general que muestra el resto del grupo, y acaba realizando una de las peores series de su carrera en el peor momento posible.

– En 2007 los Dallas Mavericks alcanzan su pico colectivo en liga regular. Ganan 67 partidos durante el curso (mejor marca en la historia de la franquicia), gracias a un Nowitzki dominante que se ve recompensado con el MVP de la temporada (único europeo de la historia en conseguirlo), y a un bloque que parece asumir con naturalidad la convivencia en pista con el alemán, y las claves que caracterizan el sistema de Avery Johnson.

El desastre llega en Playoffs, cuando son eliminados en primera ronda, y contra todo pronóstico, por los Warriors del ‘We Believe’ en seis partidos. Don Nelson, que habiendo sido maestro y mentor de Avery conoce muy bien los puntos débiles de su pupilo, utiliza su experiencia para superar en la parcela táctica y estratégica a Dallas. Los Warriors, fieles a su esencia, utilizan quintetos pequeños y aceleran todo lo posible el juego, generando la confusión en unos Mavericks que, aunque son catalogados de ‘all-tempo team’ (equipo capaz de jugar a cualquier ritmo), se han acostumbrado a sentirse más cómodos en el juego de media pista. Defensivamente, Nelson utiliza la vieja táctica de colocar un exterior bajito pero ágil y con envergadura sobre Nowitzki (como hicieran los Rockets con McGrady en 2005, los Suns con Marion también en 2005 o los Spurs con Bowen en 2006), lo cual es un éxito. La agresividad de Stephen Jackson, y una serie de ayudas y colapsos en la zona llegados en el momento adecuado, difuminan el impacto de Dirk y causan que juegue el peor baloncesto de su carrera. Sus compañeros tampoco ayudan demasiado, debido quizá a que el efecto gravitatorio generado por Nowitzki y que tanto les beneficia ha sido anulado (y considerando también que ninguno cuenta con la creatividad suficiente como para salirse del guión y echarse el equipo a la espalda durante 2-3 partidos). Josh Howard y Jason Terry, los hombres que pueden precisamente aportar ese ‘punch’ extra en ataque, se muestran muy tibios e inconsistentes (como viene siendo la norma a lo largo de sus carreras llegado los Playoffs, aunque Howard juega un poquito mejor).

– 2008 es un año raro. El proyecto de Avery Johnson muestra síntomas claros de agotamiento, aún arrastra el trauma del año anterior, y aunque logran colarse en Playoffs, son despachados rápidamente en primera ronda por los Hornets de un imparable Chris Paul. Nowitzki vuelve a ser el único que produce con consistencia, 26.8 puntos y 12 rebotes con un TS % del 58. Pero eso sí, necesita más ayuda y un entrenador que potencie al máximo sus virtudes (que son muchas).

– En 2009 se produce el cambio de entrenador con la presencia de Rick Carlisle. Un hecho que a la postre resultaría decisivo en la carrera de Dirk. Aunque al principio los Mavericks sufren para adaptarse al sistema de su nuevo ‘coach’, acaban ganando 50 partidos y metiéndose en Playoffs. En primera ronda se ven las caras con un viejo enemigo, los San Antonio Spurs, que además tienen ventaja de cancha. Nowitzki no se muestra demasiado productivo (aunque su mejor marca en anotación llega en el quinto con 31 puntos, que además sirve para cerrar la serie); pero la ausencia de Ginobili por lesión pesa demasiado en unos Spurs que necesitan su chispa desde el banquillo. Un Parker espléndido, y un Duncan más viejo que el año anterior, no son suficiente para frenar a Dallas. En semifinales ante Denver, Nowitzki protagoniza un duelo anotador fantástico con Carmelo Anthony (aunque el colectivo no acompaña y acaban siendo eliminados en cinco partidos). No obstante, Dirk acaba con más de 34 puntos y 11.6 rebotes con un espectacular TS % de 66. A destacar los 44 puntos que anota en el cuarto y emocionante encuentro. Pese a todo, vuelve a transmitir la sensación de que, llegados los Playoffs, está demasiado solo. Jason Terry, que venía de ganar el premio al Mejor Sexto Hombre del Año, no juega bien, y la presencia de un Kidd crepuscular (llegado en febrero del año anterior) no es suficiente para decantar la balanza.

– 2010 es un año muy parecido al de 2009, con la diferencia de que los Mavericks se muestran un poco más sólidos en Liga Regular (55 partidos), pero esta vez sí caen en primera ronda ante unos Spurs que cuentan con todos sus efectivos. Pese a todo, y como dicta la costumbre, Nowitzki vuelve a elevar su productividad con respecto al curso regular y vuelve a ser el único de los suyos que da la cara: 26.7 puntos y 8.2 rebotes con 64 de TS % durante la serie. Caron Butler realiza varios encuentros dignos, pero vuelve a pesar el bajo nivel de Jason Terry, que resulta clave en el correcto funcionamiento del sistema.

– Y llega 2011, el año mágico y el que sirve para consolidar la posición de Dirk Nowitzki como uno de los 20 mejores jugadores que ha dado la historia de la NBA. Este es el curso en el que Carlisle construye el mejor sistema posible en torno al alemán. No le rodean de estrellas rutilantes (y esto es un enorme mérito en sí mismo considerando lo que vino después), pero sí de un grupo de jugadores sólidos, complementarios, con un alto IQ y buena predisposición defensiva. En algunos aspectos el sistema que instala Carlisle tiene muchas similitudes con el de Avery, solo que perfeccionado y con un refinamiento aún mayor al ejecutar jugadas de pick&roll (secuencias en las que Dirk resulta totalmente letal), y una utilización aún mejor del aleman en sus aclarados al poste, y en los movimientos sucesivos que, a consecuencia de esto, deben interpretar sus compañeros. Dallas y Nowitzki realizan una de las carreras más épicas que se recuerdan en postemporada, eliminando a Portland, LA Lakers (dobles y vigentes campeones), unos pujantes Thunder y los favoritos Miami Heat del ‘Big 3’ en la finalísima. Por el camino, el astro alemán deja unas cuantas joyas para la historia:

– 33 puntos y 11 rebotes con un TS % de 75 en el game 6 ante Portland para cerrar la serie.

– 32 puntos y 9 rebotes con un TS % de 77 en el game 3 ante LA Lakers. Dallas barre a los vigentes campeones (4-0 en la serie).

– 48 puntos con un TS % de ¡¡93!! en el game 1. Anota un total de 12 tiros de campo (de 15 intentados) y encesta todos sus tiros libres – 24 de 24 – en una cifra que se mantiene como record histórico en postemporada. Es una de las mejores actuaciones en la historia de los Playoffs y una prueba monstruosa de la eficiencia anotadora que podía mostrar el mejor Nowitzki.

– 40 puntos con un TS % de 75 en el game 4.

– 24 puntos y 11 rebotes con un TS % de 51 en el primero ante Miami y frente a una defensa intratable. Además, mete la canasta ganadora del partido en una penetración inolvidable ante la defensa de Bosh.

– 34 puntos y 11 rebotes con un TS % de 63 en el game 3 ante Miami.

– 29 puntos con 9-18 TC con un TS % de 64 en el game 5 ante Miami. Sirve para desempatar la serie y decantar la balanza a favor de los tejanos.

Como es lógico, es premiado con el MVP de las Finales, y durante unos meses, pese a convivir en una liga de la que forman parte Kobe Bryant, Lebron James, Derrick Rose, Dwyane Wade o Dwight Howard, el ala-pívot alemán es considerado el mejor jugador del mundo. Prácticamente por unanimidad. Durante toda la postemporada los Mavericks son +16.8 puntos mejores/100 posesiones con Dirk Nowitzki en la pista, y absolutamente desastrosos sin él (-11.4/100 posesiones). Está rodeado de un equipo sólido y complementario (el buen playmaking de un Kidd crepuscular, la versatilidad defensiva de Marion, el ‘punch’ anotador desde el banquillo que aporta Terry, el gran impacto defensivo de Chandler que complementa muy bien a Dirk, etc); pero que actúa más y mejor que nunca en base a la gravedad generada por Dirk. Una gravedad que ha alcanzado su impulso más fuerte debido a que, ahora sí, Nowitzki ha terminado de pulir al máximo su devastador juego al poste. Un recurso concretado por ese ‘fadeaway a una pierna’ que resulta indefensible para cualquier rival. Tiro, por cierto, que el propio Lebron James ha catalogado como el más difícil de defender de la era moderna tras el ‘skyhook’ de Kareem, y que jugadores como Kobe Bryant, Carmelo Anthony o Kevin Durant han tratado de replicar con mayor o menor éxito. Un Dirk maximizado en su juego de espaldas a canasta ya no sucumbe ante esos defensores pequeños pero ágiles y de buena envergadura que antaño podían causarle problemas. Ahora él dicta por completo la estrategia defensiva del rival. Él decide como atacar y esta se ve forzada constantemente a reaccionar sobre la marcha, sin dar con la tecla para frenarle.

El Dirk de 2011 es una auténtica maravilla en términos gravitatorios. Aún conserva su capacidad para meter triples en transición y castigar desde el pick&pop. Al ser un tirador de 7 pies, en la práctica termina arrastrando hacia fuera a los defensores interiores del rival, lo cual genera nuevas avenidas hacia el aro para sus compañeros, que encuentran la zona más despejada (no es casualidad que exteriores rápidos como Barea, Terry o Ellis hayan jugado su mejor baloncesto junto a Nowitzki). En los cambios, no hay manera de frenarle porque si se queda con un jugador al que puede explotar en el poste le castigará con el 1×1. Por contra, generará tiros completamente liberados para sus compañeros si la defensa decide enviar ayudas y dobles-equipos. Además, y aunque ha perdido una pizca de movilidad con respecto a su versión de principios de siglo, Nowitzki todavía es lo suficientemente hábil a la hora de poner el balón en el suelo y sacar ventajas penetrando al aro, lo que causa que la defensa no pueda meterle mano por ningún sitio. Tal impacto netamente ofensivo lo han llevado a cabo muy pocos jugadores a lo largo de la historia, y por supuesto, ninguno de ellos es europeo. Ni Gasol, Parker, Petrovic o Sabonis se acercaron jamás a eso.

Por si fuera poco, en todo el proceso que constituye su carrera, Nowitzki demuestra una portabilidad evidente, al haber sido capaz de adaptarse a los distintos entrenadores y filosofías con que se ha topado (alcanzando su cúspide con Carlisle). Un hecho que añade aún más valor a su figura.

Por ir arrojando más datos: Dirk Nowitzki ha terminado con 30+ puntos en Playoffs un total de 46 veces (145 partidos disputados, todos como titular), por las 17 veces de Tony Parker (221 partidos disputados, 213 como titular), y las 3 veces de Pau Gasol (131 partidos disputados, 122 como titular). Además, Dirk Nowitzki ha terminado con 40+ puntos en Playoffs un total de 7 veces, por las 2 de Parker y las 0 de Gasol. Aunque descontextualizado, sirve como apoyo y reflejo primario de todo lo que se viene argumentando anteriormente.

En cuanto a la comparativa del PER entre todos, las tres mejores marcas de PER corresponden todas a Nowitzki (28.1 en 2006, 27.6 en 2007 y 26.1 en 2005). Además, en 2006 Nowitzki finaliza con el mejor PER de toda la liga junto a Lebron, y por delante de Bryant, Wade y Garnett, que cierran el top-5.

Entre 2008 y 2011, cuando Nowitzki termina de pulir un juego al poste que a la postre se tornaría letal, su equipo es +11.5 puntos mejores con él en cancha. Un número que se mantiene prácticamente idéntico tanto en liga regular como en postemporada. Además, entre 2001 y 2014 Dirk Nowitzki puntúa como el 6º mejor en RAPM, con un 4.52, solo por detrás de Lebron, Duncan, Ginobili, Garnett y Wade. Por otro lado, la temporada 2010-2011 de Nowitzki puntúa como la 4º mejor en pico alcanzado de RAPM (8.6) solo por detrás de ’10 Lebron, ’09 Lebron y ’07 Duncan (datos recogidos entre 2001 y 2012).

Si relacionamos estos dos medidores estadísticos avanzados (PER + RAPM) en un gráfico, podemos observar que, en términos de impacto, Nowitzki se mueve en una dimensión muy parecida a la de leyendas incuestionables como Lebron James, Shaquille O’Neal, Tim Duncan, Kevin Garnett o Kobe Bryant. Es decir, los mejores jugadores que conoció la primera década del siglo XXI.

RAPM_vs_PER-Scatter-red-labeled

*Gráfico vía @FanSided*

Con respecto al MVP, las votaciones le han situado en el top-10 de la liga hasta en 9 ocasiones, por las 0 de Gasol (que nunca recibió un solo voto ningún año) y las 4 de Tony Parker. Además, Parker solo ha logrado acabar en el top-5 de la votación en una ocasión (2012) por las tres de Nowitzki (2005, 2006 y 2007). También este debe ser un aspecto que requiere contextualización, pero en todo caso, el patrón comparativo es bastante claro. Nowitzki siempre se movió en unos niveles que Parker y Gasol, tan geniales como son y han sido, jamás alcanzaron.

El rol ideal para Gasol siempre fue el de segundo espada en un equipo de absoluta élite (lo cual ya ostenta bastante mérito), como demostró en los Lakers campeones de 2009 y 2010, en los que su figura resultó clave, pero siempre supeditado al liderazgo absoluto que encarnó Kobe Bryant. Nowitzki solo fue capaz de hacerse con un título, pero siendo líder y referencia absoluta de su escuadra, y realizando una de las actuaciones más magistrales que se recuerdan. Tenedlo bien presente todos aquellos que comparáis jugadores en base a un argumento – el de medir número de títulos sin ningún tipo de contextualización – que carece de toda lógica. Hasta de la más mínima.

Lo mismo es aplicable a Tony Parker, su figura ha resultado básica en el engranaje colectivo de los Spurs (sobre todo a partir de 2011) pero siempre complementando, junto a Ginobili, a la referencia absoluta de aquella escuadra: Tim Duncan. En su caso, el MVP de las Finales ganado en 2007 puede inducir a error. Debe recordarse que Parker explotó emparejamientos favorables ante uno de los equipos con menos recursos que jamás alcanzaron las Finales: los Cavaliers del quinteto Snow/Gibson – Hughes – Lebron – Gooden – Ilgauskas. Aquel galardón se lo podría haber llevado perfectamente Duncan y, en cualquier caso, fue Duncan el mejor jugador durante todas las rondas anteriores (el que mayor impacto ejerció sumando ataque + defensa). Parker ganó aquel MVP de las Finales de la misma manera que lo hizo Cedric Maxwell en 1981 o Andre Iguodala en 2015. Grandes actuaciones, que en muchos casos superaron lo esperado, pero que en ningún caso equivale a que fueran los jugadores franquicia por delante de Bird, Duncan y Curry respectivamente. Nada más lejos de la realidad. No obstante, los Spurs son un caso especial de analizar porque entre 2012 y 2014 no puede identificarse a un jugador que claramente se elevase por encima del resto. Parker, Ginobili, Duncan o Leonard (MVP de las Finales en 2014) se turnaron acaparando protagonismo en un engranaje que, en esencia, estuvo más y mejor colectivizado que nunca. En los Mavericks nadie dudó nunca de quién era el mejor jugador del equipo entre 2002 y 2011. Nadie.

El caso de Petrovic y Sabonis es más puntiagudo por diversos motivos. Pero en cualquier caso ninguno hizo méritos reales para ser colocados por encima de Nowitzki, y mucho menos basándonos en proyecciones ficticias que jamás podrán ser demostradas (unas proyecciones que, de nuevo, beben mucho del mito).

Petrovic fallece tras realizar su mejor temporada en la NBA con New Jersey: más de 22 puntos/partido con un TS % soslayable de 60. Nada mal para un jugador exterior, desde luego. Pero debe tenerse bien presente una cosa: fallece a la edad de 28 años, habiendo podido cumplir los 29 en octubre, poco antes de que comience el nuevo curso. Es decir, lejos de lo que se cree, no fallece con toda su carrera por delante. Es posible que en temporadas sucesivas hubiera podido incrementar su producción, pero en términos generales el ‘prime’ de un jugador NBA suele terminar a los 31/32 años (aunque hay casos especiales como el de Lebron y Karl Malone). Es decir, Petrovic tendría que haber experimentado una elevación masiva de su productividad – que rivalice con la de Nowitzki – a la edad de 29 años. Un hecho que rara vez ocurre en la historia: los jugadores mejoran en algunos aspectos conforme maduran, pero no elevan brúscamente su nivel varios escalones rozando ya la treintena.

Además, habiendo visto muchos encuentros de ese Petrovic de la 1992/1993 con New Jersey, la sensación que siempre tuve es la de que su talento estaba prácticamente maximizado. Para adaptarse a las condiciones de la NBA tuvo que alterar considerablemente su físico (mucho más musculado con respecto a las versiones livianas que mostró en Europa), ganando en capacidad de aguantar contactos (y facilitando así su labor en el juego de choque que se produce al salir de los bloqueos) pero sacrificando velocidad y creatividad. El Petrovic de Nets podía crear tras bote (no era solo un mero tirador) pero no lo hacía a unos niveles de absoluta élite que pudiera proyectarle como un candidato al MVP (como sí lo fue Nowitzki año tras año). Aunque seguramente debió haber sido nombrado para el all-star de 1993. De hecho, y al hilo de esto, siempre se ha comentado que Petrovic estaba tan harto que había decidido regresar a Europa, lo cual niega aún más su futuro dominante en el escenario NBA. No hay suficientes argumentos de peso para imaginar una proyección que supere a la del mejor Nowitzki, y además, no se pueden sostener argumentos que en el fondo están basados en meras suposiciones y especulaciones.

Sabonis es un perfil más interesante. De haber llegado a la NBA una década antes, y no haber sufrido esa serie de lesiones que limitaron considerablemente sus capacidades, no es difícil imaginarle como un jugador de proyección titánica. Al hilo de un Bill Walton pero con mejor lanzamiento exterior, lo cual nos dibuja un jugador de indudable calibre MVP. No obstante, es preciso aclarar que ni esa primera y mejor versión de Sabonis contaba con la capacidad para crearse un tiro tras bote de Nowitzki. Tampoco su fluidez y naturalidad en el tiro exterior (aunque buena y revolucionaria para un jugador de su posición) puede igualar a la de Nowitzki. Para igualar su dominio tendría que haber encontrado un escenario en el que liderara a su equipo no tanto desde el pulso anotador (que en el fondo es vital de cara a los Playoffs), sino actuando como una especie de ‘point-center’ que mejora el juego del resto, al igual que hiciera Walton con los Blazers campeones de 1977.

Por otro lado, es cierto que Sabonis supera a Nowitzki en aspectos como el pase o la defensa (aunque el alemán siempre ha estado bastante infravalorado ahí), pero es un error juzgar y comparar a los jugadores de esta manera. Gary Payton posiblemente fuera un jugador más completo que Magic Johnson (especialmente por el aspecto defensivo, donde la diferencia era abismal), pero Payton no fue mejor jugador que Magic. El impacto real de un jugador se mide por la capacidad que tiene de decidir partidos con los recursos de que dispone, cualesquiera que sean en número y variedad. La creatividad ofensiva y el playmaking de Magic (combinado con su buena anotación) era tan alta que fue capaz de dominar los encuentros de una manera que Payton jamás pudo hacer. Aunque todo depende de cuál y cómo sea la comparación, por supuesto.

NBA: Playoffs-San Antonio Spurs at Dallas Mavericks

En resumidas cuentas, y por no alargar más algo que ya se alargó lo suficiente, decir que ningún jugador europeo, presente o pasado, ha podido siquiera rozar el impacto de Nowitzki en el escenario baloncestístico más competitivo del mundo. He omitido entrar a detallar sus aventuras en el territorio FIBA (por los motivos expuestos al principio y porque no conozco con tanto detalle aquel mundo). Creo que tipos brillantes como Iván Fernández o Daniel Barranquero podrían hacerlo mejor que yo. Pero en cualquier caso, resulta meridianamente claro que Nowitzki jamás contó con una estructura colectiva en Alemania homologable a la España de Gasol, y que aquella diferencia no puede omitirse o ignorarse. Pese a todo, resulta difícil olvidar los torneos que realizó en el EuroBasket de 2001, el Mundial de 2002 o el EuroBasket de 2005, donde condujo heróicamente a su equipo a la final ante Grecia y fue premiado con el MVP del torneo (también lo fue en la cita mundialista de 2002, en la que Alemania consiguió el bronce). Además, ha sido premiado con el FIBA Europe Men’s Player of the Year en 2 ocasiones (como Gasol), y con el Euroscar Player of the Year hasta en 6 ocasiones (máximo histórico junto a Sabonis, y superando los 4 de Gasol). Si uno ignora los éxitos colectivos (que no dependen de un solo individuo porque el baloncesto es un deporte de EQUIPO), vemos que el impacto del mejor Nowitzki en FIBA es como poco equivalente al del mejor Gasol. Aunque vuelvo a repetir que este y otros terrenos se los dejo a gente mucho más preparada que yo.

Sin más dilación, supongo que ya va siendo hora de dejarlo aquí. Permaneceré muy atento a vuestro ‘feedback’ y visión del asunto.

Un saludo.

 

Autor: Javier Bogalo

Baloncesto como pasión, vicio y consuelo.

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